miércoles, 17 de junio de 2015

Soledad

La soledad, aquella que vino sin invitarte, pero que innegable y silenciosa se instala a tu lado, al pensarlo desde un punto lejano y poco profundo de mi existencia yo la llame, mi inconsciente la invitó, le dio el placer de devorarme de apoco. Quizás no ha sido tan malo, pero mi lado siniestro no me deja verlo, aquel lado masoquista de mi no me lo permite o por mi seguridad no quiere.
Es en este punto donde los recuerdos como cadenas resonantes y pesadas te atan a la tierra, te regresan a tu miserable realidad, aquella dónde un animal come y engorda de su propio deseo frustrado, se masturba aún pensando en el cuerpo que perdió, los labios, las manos, las caricias, las tetas grandes, las semanas durmiendo mal, la orilla de la cama, el beso al despertar, la caricia al dormir, el desorden, las discusiones, las comidas frías, el extrañar, las duchas compartidas, los toqueteos y tantas otras cosas que hacíamos...
Pero ahora soledad está aquí, abrazándome en las noches con sus gélidos brazos, basándome con cada lágrima derramada, esperando ansiosa el día en que la deje, la única que es feliz de que termine con ella.
Ahora debo agregar que la e estado engañando, como lo he hecho con varias de mis parejas. Caminando por la calle conocí a Esperanza, a veces es esquiva y media indecisa pero veremos que pasa, increíblemente soledad sabe de ella pero me lo permite.
Esto es muy esquizofrenico, pero lo que veo con estos ojos nublados es eso un montón de cosas sin cohesión ni estructura, asumo que uno mismo es capaz de llevarse a la demencia

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