domingo, 26 de julio de 2015

Carta de suicidio

Miro como la vida ajena a mi sigue a su paso imparable, miro como cantamos canciones de cuna a titanes que no queremos despertar, miro todo de manera ajena a mi, como el amor fluye por los demás y no por mi, miro como siempre soy aquel fiel amigo, aquel fiel acompañante el cual simplemente no adquiere más valor que una moneda de a peso encontrada en el piso, miro como aquellos que vinieron después reciben lo bueno de la gente que conociste ahora.

Es frustrante, es un hecho que lamentablemente debe vivir en ti como si de una costra eterna se tratará.  Veo como mi ex pretendida ahora es follada por aquel que  dice amarla, siendo que  el amor, como sentimiento egoísta es como sacarse los calcetines en la calle, veo como los demás forjan una vida mientras la mía parece tener una quietud inquietante.

Por eso escribo esto, por que dentro de mi independencia incomprendida puedo ponerle fin a esto, puedo perfectamente poner un punto final a lo que me acongoja delante de esta azotea la cual me incita a volar como si todo dependiera de ello. Como si el descanso eterno estuviese adelante mio sin si quiera inquietarme.  Deseo el vuelo de un pájaro herido y valiente al de uno que se había esperando inútilmente a que sus heridas sanen, a las finales apenas salga una nueva herida y miremos la que teníamos detrás esta última aun no habrá sanado. Vivimos desangrandonos eternamente en un preludio sin fin el cual nos limita a un acto corporal y no emocional, un antiguo carnal pero no espiritual, pensamos y decimos cosas que están instruidas y ya recalcadas, nada original.

He de lanzarme de esta azotea inexorablemente deprimido, no por el mundo que dejo, si no por las personas que dejó atrás, ellas saben que quiero irme luego de aquí, pero eso no significa que lloraban mi muerte despiadada a sus corazones.

Les digo adiós y hasta siempre, sabiendo que el tiempo es relativo a las cosas y a su mismo  símil...